Abre las puertas de la memoria

Y HAGAMOS DE LA
PAZ UN JURAMENTO

* CAPÍTULO DEFENSORES DE DERECHOS HUMANOS *


“Se justifica vivir si el mundo es un poco mejor, cuando uno muera, como resultado de su trabajo y esfuerzo. La fijación de metas distingue a unos hombres de otros. Y aquí lo más importante no es alcanzar dichas metas, si no luchar por ellas”.

(Héctor Abad Gómez, defensor de derechos humanos, asesinado el 25 de agosto de 1987 en Medellín).



Colombia es un país colmado de normas y leyes, muchas de ellas tan bien redactadas que hasta dan la impresión de que tienen relación con la justicia. Sin embargo, la historia de dolor, muerte y desolación que ha atravesado las vidas de tantos defensoras y defensores de Derechos Humanos (DDHH), demuestran que la mera existencia de las leyes no es garantía de que los derechos se respeten.

La labor de defensa, promoción y protección de los DDHH ha sido estigmatizada, señalada, tratada por algunos entes estatales como la acción del “enemigo interno” ese fantasma que ha servido para señalar a los opositores y que, obligatoriamente, implica tomar acciones para quitarlos del camino. Larga y dolorosa es la lista de mujeres y hombres que en razón a su accionar como defensores han sido víctimas de asesinatos, desaparición forzada, desplazamiento, exilio o tortura.

Pero su trasegar no ha sido suficientemente conocido: tristemente tanto su trabajo como su victimización han sido silenciados, ocultados, como si se quisiera borrar del todo su presencia.

Abrimos las puertas de la memoria para hacer de la paz un juramento, porque es nuestro deber y nuestro derecho es mantener viva la imagen de estos luchadores y luchadoras, destacar sus nombres, contar sus motivaciones y continuar el trabajo que iniciaron.

Este capítulo rinde homenaje a defensores y defensoras que dejaron en el territorio caldense su huella de valor, su vida en la lucha por el respeto, la plena y real aplicación de los postulados que enmarcan los derechos de todo ser humano. Recogemos sus enseñanzas de exigencia de defensa y respeto a la dignidad humana, del derecho a vivir plenamente, de que la vida solo se acabe cuando cada quien haya cumplido su ciclo vital, y que la muerte sea plácida, nunca más una imposición.

Al traer a la memoria a Luis Alberto Cardona Mejía, Libardo Antonio Rengifo Vargas y Marleny Rengifo Vargas, estamos rindiendo homenaje a la vida, acariciando el sueño nada imposible que, en un futuro cercano, nuestros hijos, hijas, nietas y nietos y todas las generaciones venideras, puedan, protegidos por la sombra del cafeto en flor, libres, plenos y dignos al amor y a la vida cantar.

Marleny Rengifo