Héctor Julio Ortiz Valencia "¡Presente! Presente en las barricadas de tiza de los educadores. Presente en los pliegos de peticiones, y presente en las solicitudes respetuosas. Presente en el corazón de las luchas populares. Héctor Julio Ortiz Valencia víctima de un absurdo ataque, su juventud se fue yendo por el pequeño, oscuro, interminable laberinto de la muerte. La muerte que nos ronda, la muerte que sigue los pasos de los hombres buenos, de las mujeres amables, de las niñas florecidas, de los muchachos con esperanza. También lo veo llegar a mi modesta oficina de trabajador del Derecho en busca de un memorial a favor de la vida, inquietando a los estrados para la salvación una viuda, fatigando los papeles a favor del derecho de los maestros de vereda, de los educadores abnegados, de los docentes con hambre. Tenía una risa abierta y amplia, con el sentido del humor que siempre anima las almas limpias. Tenía las manos prontas para el apretón solidario y el abrazo cordial. Tenía unos cuadernos escritos para los niños y un memorial de agravios contra las injusticias. Era un educador. Era un combatiente de la palabra. Era un compañero. La muerte que nos ronda, las muertes propias. Yo no sé, ya no puede la república con más cruces, ya nos pesa demasiado tanto crucificado a la espalda, ya no podemos más. También se ha llevado a Héctor Julio. Paz a su tumba. Cariño a su memoria”. La tinta indeleble del recuerdo el escritor Antonio Mejía Gutiérrez inmortalizó las memorias de este joven carismático, disciplinado e inspirador de luchas sindicales en el municipio de Arauca y en todo el departamento de Caldas.
Héctor Julio Ortiz Valencia, nació en la que es conocida como la ciudad del sol más alegre de Colombia, Cartago, Valle, el 22 de mayo del año 1957. Hijo de Aurora Valencia y Héctor Julio Ortiz, pocos años después de su nacimiento, la familia se trasladó a vivir en el municipio de Arauca, Caldas. Este joven luchador sindical egreso de la Normal Nacional de Varones de Manizales en 1974, año a partir del cual se vinculó al Magisterio. Fue profesor de la Escuela urbana Bernardo Mejía Rivera, del corregimiento de Arauca. Posteriormente ingreso como educador del Instituto Mixto “Alfonso de los Ríos”. En la época en la que asumió el liderazgo del sindicato, Héctor Julio era muy joven, entró en la plantilla con Hernán Ortiz, que decía que ese muchacho había demostrado ser muy estudioso, muy ordenado, de mucha confianza y con buen carisma. Para todos, tenía buenas cualidades de líder. Héctor Julio, Rey María Salazar y Hernán de Jesús Ortiz trabajaron conjuntamente la lucha del magisterio articulada a las luchas de sus comunidades y el trabajo por la defensa de los Derechos Humanos. En el caso de Héctor Julio, fue a sus 31 años que fue asesinado de un tiro de revolver, en hechos ocurridos en el amanecer del 8 de junio de 1988. Las circunstancias reales del crimen hacen presumir que fue intencional, pues el tiro fue directo a la cabeza del educador.
Rubio Ariel Osorio amigo y compañero de lucha sindical recuerda en Héctor Julio al dirigente sindical, político y comunitario. Él era muy extrovertido y crítico de la realidad nacional, defendía con fuerza e ímpetu revolucionario a la clase trabajadora. Leonardo Ortiz comenta que su hermano Hernán de Jesús, luchador sindical de Marmato, lo conoció en las tierras de Arauca donde era ampliamente reconocido por las constantes denuncias en contra de administraciones corruptas en este municipio. Hernán le vio las ganas, la disciplina y el compromiso a este joven muchacho, así que lo motivó y respaldó para que ingresara a la Junta Directiva del Sindicato de Educadores Unidos de Caldas. El paso del tiempo, la fraternidad y solidaridad compartida en el fragor de la lucha organizativa conjunta, hicieron que Hernán de Jesús Ortiz y Héctor Julio Ortiz generaran un vínculo de amistad muy fuerte. No era extraño escuchar sus tertulias políticas y académicas para resolver con el ligero transcurrir de la cotidianidad, la problemática social del país y de las comunidades en Caldas. Rubio Ariel, coordinador del área de Derechos Humanos de Educal, plantea que con el asesinato de estos líderes se perdió el avance de unos 40 años de formación política, porque la formación de un dirigente sindical en su totalidad se da en un trabajo permanente de práctica de 25 a 30 años. En la organización ya se tenían unas bases estructuradas en los municipios de Riosucio, Arauca, Marmato y otras geografías de Caldas, donde los tres hacían un conjunto de lujo: Rey María Salazar era un maestro y líder campesino y sindical, Héctor Julio era un líder departamental y Hernán era reconocido nacional e internacionalmente por el trabajo de Derechos Humanos de la clase trabajadora. Ellos eran los abogados de los trabajadores y campesinos del departamento de Caldas. Educal espera que la estrategia de reparación simbólica en el departamento sea la entrega de una casa del maestro como estrategia de reconocimiento de la criminalidad estatal ejercida de manera sistemática contra directivos y activistas pertenecientes al Sindicato de Educadores Unidos de Caldas. Esta casa se convertiría en símbolo de memoria, verdad, tributo y reconocimiento eterno a los luchadores y luchadoras sindicales asesinados por sembrar ideas y cultivar resistencias.