Entre la tiza y la tierra

Rey María Salazar Tapasco

Hernan de Jesús Ortiz Parra

POR: Carolina López


“Era un docente que en semana se untaba de tiza y en descanso apretaba la tierra”
Nelson Salazar.

Rey María Salazar Tapasco le enseñó en los primeros años de vida a sus hijos a aferrarse a las chambranas de macana que delimitaban el mundo interno de la gran casona colonial que hoy tiene más de 100 años y es importante vestigio de un apellido y una familia destacada en la región. Desde los corredores se veía en el cercano horizonte las tierras de sus padres y abuelos, ancestros de tradición. Eran las tierras protegidas por los espíritus de dioses indígenas que entre el agua, la tierra, el sol y la luna daban origen a “La Perla del Ingruma” (Riosucio, Caldas). Este labriego de tradición y maestro por vocación, nació en mayo de 1941 en el seno de una familia campesina e indígena de la vereda Pasmi del corregimiento de San Lorenzo.

Hijos de Rey María Salazar
Hijos de Rey María Salazar.


Nelson Salazar hijo de Rey María conserva el recuerdo indeleble del olor de la transpiración de los equinos mezclado con las sillas de montar mientras el animal, con él y su padre a cuestas, se impregnaba de barro en las trochas en medio del cafetal o el cañaduzal. Los recuerdos le susurran al oído que la noche, con el transcurrir del tiempo, cambió su significado. Dentro de una ligera escena ve en el pasado una cantidad de insectos atrapados por la luz blanca de las lámparas caperuzas, en una danza que servía de arrullo a la hora de dormir o que se convertía en el telón de fondo de las historias épicas narradas por el mejor de los padres, su Rey.

Después, la noche y su vestido de oscuridad fue dominada por tropas de hombres vestidos de traje militar, las comunidades aprendieron a sentir el olor del miedo, ese que hace que el sistema nervioso se alerte con la sombra que se proyecta en el suelo al caminar, o la rama del cafetal que se estremece cuando siente el viento pasar. Fueron épocas de horror en las que la noche y los caminos solitarios se convirtieron en trochas de memoria de los que hasta hoy no se sabe dónde están.

Este amoroso padre, con sus 1,67 cm. de estatura, cargaba sobre sus hombros a su pequeño hijo Nelson, para enseñarle en las vacaciones escolares de junio y julio la labor de sembrar y cosechar. Entre los surcos de maíz, la hoja de caña y el cafetal, aprendía a divisar el mundo desde aquella altura, que solo es posible alcanzar con un padre excepcional; aquel que le enseñó que la naturaleza guarda en sus formas simples, una pedagogía perfecta para quienes se abrigan en su regazo. En palabras de su hijo, hablar de Rey María es hablar de un hombre grande que tenía una posición concreta, comprometida con la sociedad. se acostaba pensando algo y se levantaba pensando lo mismo. Colegas y compañeros de lucha lo recuerdan como una persona sensible ante los problemas de la sociedad, generoso, solidario y comprometido; su estado natural resultaba de conjugar la sencillez, la bondad, la fortaleza y el carácter de un hombre firme en sus principios e indoblegable con convicciones y reivindicaciones sociales.

“Rey María es hablar de un hombre grande que tenía una posición concreta, comprometida con la sociedad. se acostaba pensando algo y se levantaba pensando lo mismo". Nelson Salazar.

Vida Familiar Rey María Salazar



“Él todo lo compartía (…) lo recuerdo los fines de semana con su sombrero y en semana con su posición como docente”. Esas dos imágenes reflejan lo que él fue, docente en el área urbana, de traje elegante y zapatillas bien lustradas, y campesino en su finca, en su parcela, sembrando frutas, sacando panela, abonando el café. Llevaba también su líchigo o un costal lleno de limones, aguacates y panela, pero su espíritu solidario le permitía compartir la remesa, así que cuando llegaba a la casa, el paquete iba en menos de la mitad.

Rey María Salazar Tapasco era un hombre de raza mestiza con rasgos sobresalientes de indígena, su cabello negro lacio tirado hacia atrás, con pronunciadas patillas y aquietado con una pequeña dosis de aceite de almendras; seguramente obedeció a una moda que desde un momento histórico muchos hombres llevaron en imitación a Jorge Eliecer Gaitán. Era osado y sin dejar de ser un hombre de buenos modales y muy respetuoso, trajo arraigada su posición crítica, activa y beligerante ante la injusticia, esto heredado de su abuelo materno Manuel Santos, famoso por practicar la hechicería y ser reconocido como fundador y padre de una gran parte de la comunidad de Pasmi.

La actividad de la siembra fue la metáfora más importante con la cual enseñó a sus alumnos y a sus hijos, sembrar para después cosechar, lo que hizo de muchas formas en el campo y en el trato hacia sus semejantes. Las semillas no solo germinaron como frutales, café y caña de azúcar, germinaron como ideas y luchas de la clase trabajadora a la que pertenecía desde su nacimiento, orgulloso de esas, sus raíces, que defendió con su voz, con su mano firme y hasta con la vida misma. Él era maestro y activista sindical de izquierda en Supía y Riosucio. Estuvo en Educal, donde llegó a ser integrante de la Junta Directiva. En esa época el sindicalismo era muy fuerte en los municipios de Marmato, Riosucio y Supía, donde trabajó de manera articulada con Hernán de Jesús Ortiz Parra. Rey María fue un líder sindical muy grande, y de la izquierda democrática en Colombia también fue un buen exponente.

El 20 de Julio de 1988 día de sus exequias, los docentes no conmemoraron el día de la independencia como protesta ante los hechos ocurridos contra Rey María, la situación se recrudeció por las protestas por su desaparición y asesinato.

Calendario Rey María.
Una de sus compañeras docentes, guarda aún un calendario donde marcó la fecha del asesinato de Rey María.



Terminó los estudios en calidad de normalista y se incorporó al magisterio público en el municipio de Supía, después fue trasladado a Anserma y posteriormente a Riosucio; trabajó como docente en la Escuela La Concentración Santander, desde el 1965 hasta 1988. Fue justo en ese año, el domingo 17 de julio, cuando como de costumbre inició el recorrido en jeep desde su finca en la vereda Pasmi, del corregimiento de San Lorenzo en Riosucio, para retomar labores en la escuela al día siguiente. Eran aproximadamente las 9:00 a.m. cuando el recorrido fue interceptado por una patrulla de la Octava Brigada del Ejército Nacional, que lo detiene arbitrariamente; lo bajan del carro de transporte público y ordenan que el jeep continúe. Varios vecinos del sector y campesinos fueron testigos de la última vez que vieron con vida al educador de toda una vida y líder sindical invaluable. Desde su captura todo lo demás han sido relatos de hechos recortados, pedazos de historia judicial e histórica y lecturas de su cuerpo marcado por la tortura: cuatro impactos con arma de fuego albergados en su cuello y su pecho, múltiples heridas en rostro, cabeza y cuerpo, fractura de costillas y objetos plásticos introducidos en su organismo. Rey María Salazar estuvo desaparecido desde el domingo 17 de julio hasta el martes 19 de ese mes a las 5:00 a.m., hora en la que fue reportado como dado de baja en combate entre la Octava Brigada del Ejército Nacional y el Ejército Popular de Liberación, EPL.

La muerte de Rey María Salazar Tapasco marcó fue la continuidad de un calvario para el movimiento sindical en la izquierda, que también se orquestaba en el municipio de Riosucio, el departamento y la Nación. Años después, su colega y compañero de lucha Hernán Ortiz habría comprobado la existencia de la organización delincuencial Muerte a Sindicalistas, MAS, que operó asesinando líderes sindicales, campesinos y personas de izquierda por su radical posición, contraria al establecimiento.

Fue una época aciaga en cuanto a asesinatos y desapariciones forzadas en San Lorenzo, lo que implicó una reconfiguración de los espacios cotidianos: los senderos en medio de cultivos, la sombra de los árboles penetrada por los rayos de sol tardío y los cauces de los ríos, eran ahora interpretados como el escenario de una nueva y mortal pestilencia, que entraña el inexplicable cuestionamiento de hombres injustamente señalados, perseguidos y en muchos casos ajusticiados por la criminalidad estatal, por su origen campesino, indígena y popular.